Por Germán Ayala Osorio
A raíz de la muerte violenta en accidente de tránsito del jugador de fútbol
Freddy Eusebio Rincón Valencia, la gran prensa colombiana, los noticieros de televisión,
en particular, le dieron al hecho noticioso el carácter de tragedia nacional. Por
ese camino, desecharon o dejaron en el olvido hechos que, igualmente
noticiosos, están más cerca de asumirse como una tragedia nacional porque dan
cuenta de crímenes de Estado, como el de los 11 civiles que cayeron en el operativo
militar en una vereda de Puerto Leguízamo, Putumayo. O quizás, el desvío del
arroyo Bruno en La Guajira, para extraer carbón. Y otros tantos que harían
interminable esta columna.
De manera interesada y exagerada, la gran prensa convirtió la muerte del “Coloso
de Buenaventura” en una desventura para todo el país. Estas decisiones y acciones
periodísticas y editoriales se explican por varios factores que es preciso
resaltar, con miras a comprender los alcances del cubrimiento noticioso.
Lo primero que busca una empresa mediática es rating. El deceso de
Freddy Rincón les aseguraba a los medios masivos, en particular a los
noticieros de televisión, el anhelado consumo y viralización de las imágenes y
los testimonios logrados. Eso sí, había una condición que el jugador mismo les
garantizaba: previamente había sido elevado a la condición de Héroe, por el
histórico y agónico gol que Rincón le convirtió a la selección alemana, en el
marco del Mundial de 1990. Por ello, las ya viejas imágenes de ese gol y la
narración circularon sin control, no solo para hacernos recordar los bellos
momentos vividos, sino para engrandecer lo hecho por Rincón Valencia.
Al tener ya al Héroe fallecido y con el tono lastimero que genera la muerte,
la gran prensa solo debía seguir el guión de siempre: generar pesar, reflejar
el dolor de familiares, amigos y aficionados y por supuesto, remover el
patriotismo, ese que solo se despierta para festejar goles, pero que se critica
cuando se trata de defender la soberanía estatal; o cuando las comunidades
ancestrales y campesinas se levantan para rechazar los TLC, por considerarlos
proyectos de muerte. Cuando así sucede, esa misma prensa que hoy lamenta la
partida del gran jugador de fútbol, se encarga de criminalizar esas luchas
colectivas, siguiendo el guión que el régimen de poder les impone.
Quizás por efectos de los mismos medios, los gobiernos local y regional
optaron por declarar días cívicos por el fallecimiento del reconocido jugador
de fútbol. El poder político no puede quedarse por fuera de la construida y
pasajera tragedia nacional, de allí que las declaratorias de días cívicos por
parte de la alcaldía de Cali y la gobernación del Valle del Cauca terminan por
validar la acción mediática.
Una vez posicionado el hecho noticioso, con su despliegue se logran ocultar
varias circunstancias o hechos: el primero, la responsabilidad de quien conducía
el vehículo en el que viajaba Rincón y que provocó el accidente por no atender
la luz roja del semáforo. A pesar de la intención de informar sobre ese asunto,
primó el cubrimiento, exagerado y espectacular del fallecimiento de Rincón
Valencia, pues nada puede manchar la memoria del Héroe nacional. Periodistas y
directores de medios tienen claro que la sociedad colombiana, infantilizada y
muy dada a medir los problemas con un doble rasero, necesita de Héroes que les
ayuden a sus miembros a sobrellevar las pesadas angustias de vivir en un territorio
en el que el Estado y su élite económica, social y política, no son un
referente moral y ético para las grandes mayorías, pues los guía un ethos
mafioso.
Y el segundo hecho que se oculta con el espectacular cubrimiento,
contradictoriamente, es el del carácter contingente de la vida. Vida y muerte
son dos caras de la misma moneda, pero la prensa se encarga a diario de ponerla
como un asunto trágico, cuando en lo que se debería de insistir es en ese carácter
circunstancial. Quizás de esa manera, sea más fácil hacer entender que somos
co-responsables de la vida de otros, en particular cuando decidimos irrespetar
las señales de tránsito.
Convertir en tragedia nacional la partida del afamado jugador de fútbol
sirve para ratificar lo selectivo que podemos llegar a ser como sociedad frente
al dolor y al reconocimiento de lo que realmente constituye una tragedia nacional:
que las fuerzas militares asesinen niños, indígenas, campesinos y mujeres embarazadas.
No pretendo desconocer la tristeza y el
dolor que la muerte de Rincón pueda generar en los hinchas del fútbol y en los
periodistas deportivos, pero soslayar crímenes de Estado, cometidos por aquellos
que previamente la misma prensa eleva al estatus de Héroes, no debería ser el
camino que siga el periodismo.
Y finalmente, por más espectacular que sea el cubrimiento de la muerte y de
las exequias de Rincón Valencia, no les alcanza a medios y periodistas para
ocultar el racismo que cientos de miles de colombianos practican a diario en
sus vidas. Cali, la sucursal del Cielo, también opera como una agencia del
racismo estructural que como sociedad exhibimos. Ocultar esa circunstancia también
es parte del juego mediático.
Paz en la tumba de Freddy Rincón, fortaleza a su familia para superar el
dolor y sabiduría para comprender que detrás del espectacular cubrimiento
periodístico, hay una élite racista, la misma que usa esa animadversión étnica,
para extender en el tiempo la pobreza, el abandono y al violencia en la
Buenaventura que vio nacer al “Coloso”.
Imagen tomada de colombia.as.com
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