Por Germán Ayala Osorio, comunicador social y politólogo
La Convención Nacional[1]
del Centro Democrático (en adelante CD) es el hito político con el que sectores
de la derecha y la ultraderecha dejaron entrever el objetivo político con el
que participarán en las elecciones de 2018: torpedear la implementación del
Acuerdo Final II, y “hacer trizas”[2]
el documento con el que se puso fin al conflicto armado con las Farc.
De esa forma, el escenario
electoral de 2018 adquiere una enorme importancia en tanto que en la elección
presidencial que se avecina, los colombianos decidirán si apoyan el proceso de
implementación de lo acordado en La Habana entre el Gobierno y las Farc, y por
esa vía, avanzar hacia la consolidación de una paz estable y duradera, o por el
contrario, colaboran para apuntalar la posibilidad de regresar el país a los
tiempos de la barbarie en el marco de un conflicto armado degradado.
En dicha Convención, las amenazas[3]
proferidas en su momento por Uribe y Alfredo Rangel y ahora por el sancionado[4]
ex Ministro Fernando Londoño Hoyos[5]contra
el Acuerdo Final, tomaron el carácter de ÚNICO objetivo en sus aspiraciones de “recuperar”
el país y “retomar” el rumbo.
Por ese camino, la elección presidencial de 2018 se adelantará en medio de
una clara y evidente polarización política sostenida en dos tipos de país, que
se encontrarán en dicho escenario electoral: uno, dispuesto a hacer esfuerzos para
transformar el agro, la política y ampliar la democracia, en aras de convertir a
Colombia, en el mediano y largo plazo, en un orden justo, legítimo y viable: y
el otro, el que insistirá en mantener las correlaciones de fuerza que históricamente
han consolidado un orden injusto e ilegítimo, que ha empobrecido a más de 15 millones
de la Colombia rural, concentrado la
tierra en pocas manos, y restringido la democracia, todo, por supuesto, a
través de la captura del Estado por parte de sempiternas mafias clientelistas
enquistadas en los partidos tradicionales, y en recientes microempresas
electorales como el CD, Cambio Radical, el Partido de la U y las infaltables
prácticas políticas espurias como recientemente llamó el Fiscal[6]
General de la Nación[7].
La sentencia de Londoño Hoyos con
la que el CD encarará la elección presidencial de 2018, señala que “el primer desafío del Centro Democrático
será el de volver trizas ese maldito papel que llaman el Acuerdo Final con las
Farc que es una claudicación y que no puede subsistir… y ese papel en su conjunto
es basura fruto de un robo del
plebiscito, a la voluntad popular…”[8].
Lo expresado por el sancionado ex Ministro, significa el destape de la derecha
y la ultraderecha.
Los sectores de poder político y
económico internacional, como la ONU, los países garantes del Proceso de Paz y
por supuesto, los Gobiernos que apoyaron la negociación entre el Estado y las
Farc y acompañarán la construcción de escenarios de posconflicto, deben tomar
atenta nota del violento y desestabilizador proyecto político que lidera Álvaro
Uribe Vélez, con el claro propósito de desconocer no solo el Acuerdo Final,
sino la legitimidad de la comunidad internacional que acompañó y acompaña la
salida negociada al conflicto armado interno.
Estamos ante una apuesta política
que claramente busca desestabilizar el país. No sabemos en qué pueda terminar
Colombia si en el 2018 regresa al poder Uribe Vélez, acompañado de una
colectividad y de sectores de poder militar, social y económico, que quieren
imponer el espíritu vindicativo que los inspira de tiempo atrás, para
desconocer lo acordado en La Habana y plantear una renegociación política que
saben que las Farc rechazarán, dejándoles un solo camino: el regreso a la
clandestinidad, mientras sus líderes y sus dirigidos tratan de proteger sus
vidas de unas esperadas y quizás renovadas prácticas genocidas aupadas y alimentadas
por los violentos discursos que se escucharon en la señalada Convención.
El desafío institucional y
político que enfrentará Colombia en 2018 demandará de cada colombiano un enorme
esfuerzo por comprender y escoger entre dos únicas opciones: la primera, respetar
la palabra empeñada en el Acuerdo Final y permitir que las Farc jueguen con las
reglas de la democracia y poder, incluso, derrotarlas en las urnas; y la
segunda, permitir el regreso a quien durante 8 años debilitó la institucionalidad
estatal, persiguió a periodistas, jueces y magistrados y buscó remplazar el
Estado Social de Derecho, por un Estado de Opinión fundado en su carácter
autárquico, mesiánico y megalómano, como los de Chávez y Maduro.
En ese primer escenario u opción,
se vislumbra una apertura democrática y un fuerte ejercicio de crítica frente a
la manera como ha funcionado el Estado colombiano; por el contrario, con la segunda
opción o escenario, los colombianos mostrarán al mundo su enorme incapacidad
para avanzar hacia la consolidación de un Estado y de una sociedad modernos, especialmente porque en la apuesta discursiva del CD está presente el sancionado y corrupto ex Procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez Maldonado y su idea de convertir a Colombia en un Estado confesional.
Adenda: el objetivo político-electoral que expuso el sancionado ex ministro, Fernando Londoño Hoyos y que comparten los pre candidatos y seguidores del CD, los convierte en una cáfila energúmena que a toda costa quiere que se prolongue el derramamiento de sangre en el país. Y eso que se llaman Patriotas. Mas bien, se trata de un espíritu patriotero con el que quieren evitar que el país se transforme.
Imagen tomada de Semana.com
[1] Al decir que la convención es Nacional, los líderes de
esa colectividad pretenden darle un carácter nacional que aún no tiene. El
poder de convocatoria del CD se circunscribe, especialmente, a Medellín y
Bogotá, centros de poder en donde suele actuar su líder, el senador Uribe
Vélez. No se trata, ni mucho menos, de un Partido político con una plataforma
política. Por el contrario, su funcionamiento como Partido se reduce a las
aspiraciones, orientaciones, caprichos y órdenes de quien funge más como un
líder religioso, que como un intelectual o un político capaz de orientar,
formar cuadros y consolidar un pensamiento en torno a unas ideas políticas
robustas y claramente definidas. Es un error hablar de uribismo, pues no existe
como doctrina política que recoja las ideas de Uribe Vélez. Lo que sí existe es
un proceso de heroización y adoración de Uribe, que lo convirtió en un Mesías.
Véase: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2015/02/que-hay-detras-del-santismo-pastranismo.html
[4] Véase: http://www.semana.com/nacion/articulo/cambio-de-rumbo-en-caso-de-fernando-londono-en-el-consejo-de-estado/521290
[5] Su padre, Fernando Londoño Londoño hizo parte de un
grupo de nacionalistas conocido como Los Leopardos. Véase: https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/viewFile/HICS0000110221A/19581
[6] Véanse: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2016/04/un-fiscal-corporativo.html
y http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2017/02/como-samper-el-fiscal-no-se-cae.html
[7] Véase: http://www.elespectador.com/noticias/politica/practicas-espurias-estan-capturando-al-estado-fiscal-articulo-692814
QUE RIESGO TAN GRANDE PARA NUESTRA SOCIEDAD LA EXISTENCIA DE ESTE SECTARIO Y MACABRO GRUPO DE FANATICOS ENFERMIZOS, URIBE, SU CENTRO DELINCUENCIAL, UNIDOS A SINIESTROS DE LA CALAÑA DE ORDOÑEZ Y LONDOÑO SOLO AUGURAN DOLOR Y SANGRE PARA COLOMBIA
ResponderEliminarEstán recogiendo los resentimientos, frustraciones y desencantos para enfocarlos en un gran Partido que se desmorona antes de finalizar el año !!!
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